jdexposicion

             EXPOSICIÓN ANTOLÓGICA DEL P. JUAN DE DIOS MORENILLA

 

 A Ruth Fine, con mi cariño y admiración

            Diríase, al contemplar ciertos cuadros de Juan de Dios Morenilla (Caravaca, 1926), que es un juglar y un jugador antojadizo de la pintura; así nos lo ofrecería una ojeada superficial a los “papirofléxicos” –cuadros de figuras caprichosas elaborados con la simpática técnica, alrededor de una matrioska, de una rosa o de unas zapatillas de ballet,- a los diversos carteles de fiesta o a las originales representaciones de las constelaciones del “Horóscopo”. Tal conclusión sería pecar de reduccionismo absurdo.

            En la variedad de técnicas, perfección del dibujo y desbordamiento creativo que se le escapan por dedos, pinceles e imaginación, descubrimos un maestro; un elegido de los dioses, un privilegiado de la Fortuna –sin vaivenes en su rueda- desde fechas tempranas, incluso cuando se consideraba humilde discípulo del castellonense Porcar, a quien respetó, admiró y veneró hasta los postreros días del pintor levantino.

            La “Exposición Antológica de Juan de Dios Morenilla, OCD” 13  de julio al 10 de agosto de 2007 ha sido impulsada por el Excmo. Ayuntamiento de Caravaca, y realizada en la antigua Iglesia de la Compañía de Jesús. Desde el homenaje al arte prehistórico levantino; pasando por el retrato de la joven valenciana  como rostro de la esfinge de Gizeth; hasta la expresión simbólica y, por tanto, atemporal, de la bomba atómica sostenida por un grupo de hombres con esqueletos visibles recubiertos de carne transparente; más la proyección angélica de retablos hacia la eternidad, la pintura de Morenilla sobrepasa la barrera del tiempo. Cuadros de ayer y del hoy caravaqueños proclaman la soterrada raigambre melancólica  -amorosa en presencia y ausencia- a la tierra chica. Y los incontables retratos de niños, hombres y mujeres denuncian la irrenunciable humanidad del artista que, con sus pinceles,  lleva a cabo su misión carmelitana: consagración a los hermanos con una entrega que conduce directamente a Dios, enseñando el seguimiento de Cristo, incluso en la noche oscura, a través de caminos quebrados pero alumbrados siempre por quien es la luz, el camino, la verdad y la vida.

           

 

             estein  Edith Stein, patrona de Europa

            Ante la imposibilidad de explayarnos detalladamente en la Exposición, hemos preferido constreñirnos a una ligera, muy ligera, reflexión sobre el cuadro de ·”Edith Stein, patrona de Europa”. Comenzaré excusándome por mis gravísimas deficiencias en la crítica pictórica; cuanto escribo al respecto brota arrancado por incitaciones en nombre de la amistad, sentimiento que ineluctablemente me ha vencido desde mi mocedad. Comprenderá, pues, el lector que mi breve análisis no pretenda ser -¡Dios me libre!- una clase magistral del arte de la pintura;  la calificaremos, pues a eso se reduce,  de “puntualizaciones simbólicas”; es en ellas tan rico el ejemplar elegido, que daría para escribir un libro, en cuanto arañáramos en la biografía de la joven judía y la interrelacionáramos con dichos símbolos; discípula de Husserl, maestra de espi-ritualidad y mística carmelitana, víctima  innominada resplandeciente en el Holocausto nazi de Auschwitz, Patrona de Europa. Entremos en nuestro objetivo sin más tardanza.

            Ignoro –y no se lo he querido preguntar antes de escribir estas reflexiones personales-.-ei el P. Juan de Dios Morenilla estará de acuerdo con mi interpretación simbólica. No me preocupa demasiado, pues estoy convencido de que la intuición creadora del artista supera su propia consciencia;  por eso aventuro mi particular interpretación. El conjunto de símbolos incluidos en los monumentos seleccionados por el artista sobrepasa el mero significado histórico que cada una implica, para la generalidad de la población, en nuestra radical realidad contemporánea. ¿Por qué? Presente, pasado y futuro, en el ser humano, no son conceptos contradictorios sino complementarios. Al reconocerse como ser histórico, el hombre se sabe fruto del pasado, condicionado por  sus circunstancias concretas y obligado a proyectarse hacia un futuro mejor.

            El primer monumento que aparece, en la esquina izquierda superior –no lo olvidemos, el lugar por donde empezamos a leer y escribir los occidentales-, es la entrada del campo de concentración de Auschwitz, con las vías del ferrocarril que conducía a los judíos a sus tétricos y hacinados barracones carcelarios –viaje de ida sin retorno, ante aquellas macabras antesalas de la muerte-. Al otro extremo, superior derecho, la cúpula de San Pedro, del Vaticano. Es pura y simplemente la representación gráfica de la cabeza de la Iglesia Católica, Sede de Simón Pedro, el primero de los apóstoles. Simplifiquemos: Holocausto judío / un judío nombrado personalmente por Cristo “Cabeza visible de la Iglesia de Cristo”.

            Debajo de la fachada del lugar donde fue martirizada Edith Stein –entonces ya Teresa Benedicta de la Cruz-, la puerta de Brandenburgo, patria de Edith, lugar de sus investigaciones y éxitos intelectuales y comienzo de la senda que la condujo al Carmelo teresiano. Paralela a ella, la “Torre de Londres” -¿representa acaso el estado mayor de los aliados de la Segunda Guerra Mundial?- Puerta de Brandenburgo-división de un pueblo / Londres, símbolo de la división del cristianismo.

            El molino de viento, parece claro, representa a Holanda, convento de donde la Gestapo sacó a las dos hermanas carmelitas –en represalia por la postura firme de los obispos holandeses- para conducirlas a la cámara de gas. Frente a él la torre Eiffel; ¿pretende insinuarnos el artista que, con la recuperación de París por los aliados –salvaguardada de la destrucción, desobedeciendo las órdenes recibidas por el general alemán- se iniciaba el comienzo del fin de Hitler y su significado? Molino de viento-tradición laboral / Torre Eiffel, símbolo de la técnica y el mundo moderno.

            En la base, la Sagrada Familia –España, la patria de Teresa de Jesús, fundadora de la Orden Religiosa elegida por Edith Stein y de la que tomó su nombre en religión-; y la torre de Tchestokowa, santuario mariano por excelencia, para los polacos recuerda, al mismo tiempo, que el campo de concentración de Auschwitz está en Polonia. Sagrada Familia-un solo redil = Protección maternal. Obsérvese esta igualdad frente a las contraposiciones anteriores.

            Elementos fundamentales para la comprensión del cuadro, no dejan de ocupar, sin embargo, un lugar secundario. A partir de lo dicho respecto a cada uno de ellos, queda claro que su misión se reduce a iluminar la esplendorosa figura de una mujer extraordinaria. Una mujer cuyo rostro se me antoja claramente –por explícita voluntad del artista- dividido en dos partes: una centrada en la realidad del mundo material .al que corresponden los monumentos en que se enmarca la vida terrena de la religiosa; y la segunda,  estrictamente mística, en la cual la mirada, concentrada y ausente, se eleva, desde el mundo en que  asienta sus pies con firmeza, hasta la unión de sus celestiales desposorios. Interpretación no subjetiva, ya que está resaltada por la luz que, entrecruzada llega hasta las manos para aclarar una y oscurecer otra.

            Ahora bien, la plena y definitiva interpretación e este excepcional símbolo –arte, poesía, historia y religión-  colma la satisfacción y el placer intelectual del espectador, tras unir todos los elementos del rompecabezas. Pero, ¿de verdad es un rompecabezas?

            Le religiosa carmelita que protagoniza esta obra de arte no ofrece muchas dudas: el hábito -¿vale decir milenario?- es fácilmente reconocible; pero contradiciendo lo señalado al principio de nuestro comentario simbólico, hay algo que imanta nuestros ojos; más, incluso, que la propia mujer: una estrella amarilla bajo la que destellan unos números. La estrella es la de David; las cifras corresponden  a la identificación individual en un campo de concentración

            Estoy seguro de que los siglos sucesivos no necesitarán poner el título bajo el cuadro: “Edith Stein –Santa Teresa Benedicta de ka Cruz- patrona de Europa”. Por mucho que algunos políticos intenten negar el Holocausto y pretendan interpretar la historia de acuerdo con sus particulares intereses, los hechos imponen su ley: una gran pensadora y filósofa judía se convirtió al catolicismo, haciéndose carmelita descalza. Su sabiduría y entrega a los demás iluminaron su tiempo y  los siglos sucesivos, aunque los nazis quisieron apagar definitivamente su vida y su obra. Detuvieron los latidos de su corazón en la cámara de gas; pero su alma resplandeció más todavía, porque la luz de su perdón, su amor y su deseo de unir a todos los hombres brillará para siempre.

 

 

 

                                                                                 juan manuel villanueva fernández

 

Una respuesta to “Crítica Exposición”

  1. pablo celdran Says:

    me ha gustado mucho el comentario de juan manuel sobre el magnifico cuadro de Edit stein Soy pablo celdran nos conocimos en su exposicion con juan manuel un saludo pablo

Deja un comentario